Doctrina de la Vida Cristiana-El Sábado-parte 10-

LA RESTAURACIÓN DEL SÁBADO. En Isaías 56 y 58 Dios llama a Israel a una reforma en torno al sábado. Al revelar las glorias de la reunión futura de los gentiles en su redil (Isa. 56:8), asocia el éxito de esta misión de salvación con la práctica de guardar el sábado como día santo (Isa. 56: 1, 2, 6, 7).

Dios ha bosquejado cuidadosamente la obra específica de su pueblo. Si bien su misión es mundial, se dirige especialmente a una clase de individuos que profesan ser creyentes, pero que en realidad se han apartado de sus preceptos (Isa. 58: 1, 2). Expresa su misión ante esos creyentes profesos en los siguientes términos: “Y edificarán los tuyos las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeras del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: Entonces te deleitarás en Jehová…” (Isa. 58: 12-14).

La misión del Israel espiritual es paralela con la del antiguo Israel. La Ley de Dios fue quebrantada cuando el poder representado por el cuerno pequeño cambió el reposo del sábado al domingo. Tal como el sábado pisoteado debía ser restaurado en Israel, así también en los tiempos modernos, la divina institución del sábado deber ser restaurada, y es necesario reparar esa brecha que se abrió en el muro de la Ley de Dios.

Lo que cumple esta obra de restauración y magnificación de la Ley, es la proclamación del mensaje de Apocalipsis 14: 6-12 en conexión con el Evangelio eterno. Y es precisamente la proclamación de este mensaje lo que constituye la misión de la iglesia de Dios en la época de la segunda venida.  Este mensaje debe despertar al mundo, invitando a cada uno a prepararse para el juicio.

Las palabras usadas en el llamado a adorar al Creador, “aquél que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc.14:7), constituyen una referencia directa al cuarto mandamiento de la eterna Ley de Dios.  Su inclusión en esta amonestación final, confirma la especial preocupación que Dios siente porque su sábado tan ampliamente olvidado, sea restaurado antes de la segunda venida.

La proclamación de este mensaje precipitará un conflicto que abarcará el mundo entero. El punto central de la controversia será la obediencia a la Ley de Dios y la observancia del sábado.  Frente a este conflicto, cada uno debe decidir si guardará los mandamientos de Dios o los de los hombres. Este mensaje producirá un pueblo que guarde los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Los que rechacen, recibirán la marca de la bestia.  (Apoc.14:9, 12).

LA OBSERVANCIA DEL SÁBADO. La Biblia especifica que en el sábado debemos cesar nuestro trabajo secular (Exo.20:10), evitando todo el trabajo que se hace para ganarse la vida, y todas las transacciones de negocios (Neh.13: 15-22). Debemos honrar a Dios  no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras” (Isa. 58:13). Si dedicamos  este día a complacernos a nosotros  mismos, a ocuparnos en intereses, conversaciones y pensamientos seculares o en actividades deportivas, estaremos disminuyendo nuestra comunión con nuestro Creador y violando el carácter SAGRADO DEL SÁBADO. Nuestra preocupación por el mandamiento del sábado debe extenderse a todos los que estén bajo nuestra jurisdicción: Nuestros hijos, los que trabajan para nosotros, y hasta nuestras visitas y animales domésticos (Exo.20:10), con el fin de que ellos también puedan gozar de las bendiciones del sábado.