Dones y Ministerios Espirituales –Dios concede a TODOS dones espirituales…

Dios concede a todos los miembros de su iglesia en todas las edades dones espirituales para que cada miembro los emplee en amante ministerio por el bien común de la iglesia y la humanidad. Concedidos mediante la operación del Espíritu Santo, quien los distribuye entre cada miembro según su voluntad, los dones proveen todos los ministerios y habilidades necesarios para que la iglesia cumpla su función divinamente ordenada. De acuerdo con las Escrituras estos dones incluyen ministerios tales como fe, sanidad, profecía, predicación, enseñanza, administración, reconciliación, compasión y servicio abnegado y caridad para ayudar y animar a nuestros semejantes. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para cumplir funciones reconocidas por la iglesia en los ministerios pastoral, de evangelización, apostólico y de enseñanza, particularmente necesarios a fin de equipar a los miembros para el servicio, edificar a la iglesia de modo que alcance madurez espiritual, y promover la unidad de la fe y el conocimiento de Dios. Cuando los miembros emplean estos dones espirituales como fieles mayordomos de las numerosas gracias de Dios, la iglesia es protegida de la influencia destructora de las falsas doctrinas, crece en gracia a un desarrollo que procede de Dios, y es edificada en la fe y el amor.

Las palabras que Jesús habló justo antes de ascender al cielo, habrían de cambiar la historia. “Id por todo el mundo-les ordenó a los discípulos-, y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15). Luego les aseguró:Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech.1:4,8).

Después de la ascensión de Jesús al cielo, los discípulos pasaron mucho tiempo en oración. La armonía y la humildad reemplazaron la discordia y los celos que habían caracterizado buena parte del tiempo que pasaron con Jesús.  Los discípulos fueron convertidos. Su estrecha comunión con Cristo y la unidad resultante constituyeron la  preparación necesaria para el derramamiento del Espíritu Santo.

Así como Jesús recibió una unción especial del Espíritu que lo capacitó para realizar su ministerio (Hech.10:38), también  los discípulos recibieron el bautismo del Espíritu Santo (Hech.1:5) el cuál los capacitaría para testificar.  Los resultados fueron asombrosos.  El mismo día que recibieron el don del Espíritu Santo, bautizaron a 3.000 personas (Hech.2:41). A cada siervo, Cristo le concedió dones según su capacidad, y a cada uno su obra” (Mar. 13:24), estos dones representan los talentos especiales que imparte el Espíritu.

UN MINISTERIO COMÚN: La Escritura no apoya la idea de que el clero debe ministrar mientras que los laicos se limitan a calentar los asientos y esperar para recibir su alimento. Tanto los pastores como los laicos componen la iglesia y su prosperidad. Han sido llamados para trabajar juntos, cada uno según sus propios dones especiales que Cristo le ha concedido.

Los dones funcionan como una brújula, dirigiendo al que los posee hacia el servicio de la vida abundante (Juan 10:10). Si estudiamos con oración lo que el Nuevo Testamento enseña acerca de los dones espirituales, le permitiremos al Espíritu Santo impresionar nuestras mentes con el ministerio específico que tiene para nosotros.

Por cuanto Dios concede estos dones para edificar su iglesia, podemos esperar que la confirmación final de nuestros dones surja del cuerpo de Cristo, y no de nuestros propios sentimientos. Cristo anhela compartir con nosotros sus dones de gracia. Hoy podemos aceptar su invitación y descubrir lo que pueden hacer sus dones en una vida llena del Espíritu. 

REFERENCIAS

No siempre podemos distinguir fácilmente entre lo que es sobrenatural, lo que es heredado, y nuestras capacidades adquiridas. En los individuos que se hallan bajo el control del Espíritu, estas capacidades con frecuencia se entremezclan armoniosamente.  En el sentido más amplio,  el amor es un don de Dios, puesto que todas las buenas cosas vienen de El (Juan 1:17). Es el fruto del Espíritu (Gal.5:22), pero no constituye un don espiritual en el sentido de que el Espíritu Santo lo ha distribuido a algunos creyentes y no a otros.  A todos se nos dice Seguid el amor” (1Cor. 14:1).