El Remanente y su Misión-parte 5-

  • 4-LA NATURALEZA MERITORIA DE LAS BUENAS OBRAS. La idea que prevaleció, según la cuál una persona podía obtener el mérito vital haciendo buenas obras, y que la fe no podía salvar, contradecía la enseñanza del Nuevo Testamento. La Iglesia Católica pasó a enseñar que las buenas obras, daban a un individuo el justo derecho de exigir la salvación y que los pecadores eran justificados en base a las buenas obras.

Las obras meritorias pasaron a ocupar una posición importante en la doctrina del purgatorio, la cuál asevera que los que no están perfectamente puros deben pasar por un castigo temporal purificador en el purgatorio, por los pecados, antes que puedan entrar a gozar del cielo. Por sus oraciones y buenas obras, los creyentes vivos pueden acortar la duración y la intensidad de los sufrimientos de los que van a parar al purgatorio.

  • 5-LA DOCTRINA DE LAS PENITENCIAS E INDULGENCIAS. La penitencia es el sacramento por el cuál los cristianos pueden obtener perdón por los pecados cometidos después del bautismo. Este perdón se logra por intermedio de la absolución de un sacerdote, y por cumplir la penitencia asignada por él.

Sin embargo, la penitencia no los librará, necesitan sufrir el castigo temporal, ya sea en esta vida o en el purgatorio. Para eliminar dicho castigo, la iglesia instituyó las indulgencias, las cuales proveían la remisión del castigo temporal.  Las indulgencias, que podían beneficiar tanto a los vivos como a los  que se hallaban en el purgatorio, se concedían a condición de hacer penitencia y llevar a cabo las buenas obras prescritas, a menudo en forma de pagos de dinero a la iglesia.

Lo que hacía las indulgencias eran los méritos extras de los mártires, santos, apóstoles, y especialmente de Jesucristo y María. Sus méritos eran depositados en un  “tesoro de meritos”, y eran transferibles a los creyentes cuyas cuentas eran deficientes. El papa, como el sucesor de Pedro, controlaba las llaves del tesoro, y podía librar del castigo temporal a los creyentes, asignándoles crédito del tesoro.

  • 6-LA AUTORIDAD MÁXIMA RESIDE EN LA IGLESIA. A través de los siglos, la iglesia establecida adoptó muchas creencias, días de fiesta y símbolos paganos. Cuando diversas voces se levantaron clamando contra estas abominaciones, la iglesia de Roma asumió el derecho de interpretar la Biblia. La iglesia y NO la Biblia, pasó a ser la autoridad final.

La iglesia argumentó que había dos fuentes de autoridad divina: 1) Las Escrituras sagradas y 2) la tradición católica, la cuál consiste en los escritos de los Padres de la Iglesia, los decretos de los concilios eclesiásticos, los credos aprobados, y las ceremonias de la iglesia. Las doctrinas se hallaban apoyadas por la tradición pero NO por las Escrituras, considerando que los creyentes no  tenían autoridad para interpretar las doctrinas que Dios había revelado en la Escritura. Dicha autoridad sólo residía en la Iglesia Católica.