La Cena del Señor constituye el servicio de la Comunión-parte 1-

La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como expresión de fe en El, nuestro Señor y Salvador.  En esta experiencia de comunión Cristo está presente para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo.  Al participar en ella, proclamamos gozosamente la muerte del Señor hasta que venga.  La preparación para la Cena incluye un examen de conciencia, arrepentimiento y confesión. El Maestro ordenó el rito de humildad (lavamiento de pies) para manifestar una renovada purificación, expresar disposición a servirnos mutuamente y con humildad cristiana, y unir nuestros corazones en amor. Todos los creyentes cristianos pueden participar del servicio de comunión.

Con pies polvorientos, llegaron al aposento alto para celebrar la Pascua.  Alguien había provisto un jarrón de agua, una palangana y una toalla para el acostumbrado lavamiento de pies, pero nadie quería realizar esa tarea degradante.

Sabedor de su muerte inminente, Jesús dijo con tristeza: ” ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios” (Luc.22:15, 16). Los celos que los discípulos albergaban unos contra otros, llenaban de tristeza el corazón de Jesús.  Se daba cuenta de que todavía contendían  en cuanto a quién debía ser considerado el mayor en su reino (Luc.22:24;  Mat.18:1;  20:21).

Lo que le impedía a los discípulos humillarse a s í mismos, sustituir al siervo y lavar los pies de los demás,  era sus maniobras en busca de posición, su orgullo y estimación propia.  ¿Aprenderían alguna vez que en el reino de Dios la verdadera grandeza se revela por la humildad y el servicio de amor?

Cuando cenaban” (Juan 13: 2, 4), Jesús se levantó calladamente, tomó la toalla del siervo, echó el agua en la palangana, se arrodilló, y comenzó a lavar los pies de los discípulos”. ¡El Maestro como siervo! Comprendiendo el reproche implícito, los discípulos se llenaron de vergüenza.  Cuando hubo completado su trabajo y vuelto a su lugar,  el Señor dijo: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.  Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.  De cierto, de cierto  os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:14-17).

A continuación, Jesús instituyó en lugar de la Pascua el servicio que había de recordar su gran sacrificio: La Cena del Señor. Mientras comían, “tomó  Jesús el pan,  lo bendijo, y lo partió,  y dio a sus discípulos” y dijo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí” Luego tomó la copa de la bendición “y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque ésto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.Haced ésto todas las veces que la bebiereis en memoria de mi. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que El venga” (véase Mat.26:26-28; 1Cor.11:24-26); 10:16).

Las ordenanzas del lavamiento de los pies y la Cena del Señor constituyen el servicio de la Comunión. Así, Cristo instituyó ambas ordenanzas con el fin de ayudarnos a entrar en comunión con El.